La mañana del 11 de abril de 1987, la portera subió a la casa de Primo Levi , en Turín, para entregarle el correo. El escritor abrió la puerta y, según contó el corresponsal de ABC , «estuvo amable, discreto y aparentemente sereno, como siempre». Al bajar, sin embargo, la portera oyó un ruido sordo en la planta baja. Sobresaltada, corrió a ver qué ocurría y, al llegar, vio el cuerpo de Levi, inmóvil, en el suelo. Ya no respiraba. «Ni un grito, ni un quejido, fue una muerte silenciosa e instantánea», añadía el periódico. El célebre autor de 67 años acababa de saltar por el hueco de la escalera desde el tercer piso, poniendo punto y final a la… Ver Más