Cuando rompía el paseíllo, el público francés ovacionó en pie a El Juli, que despedía del país galo. Sus compañeros de terna, Tomás Rufo y Solalito -que tomaban la alternativa-, decidieron quedarse en un segundo plano para así dar todo el protagonismo que merecía el madrileño en tan señalada ocasión.
La faena de El Juli al segundo de la tarde fue una lucha de poder a poder, según informa Mundotoro: el toro de Victoriano del Río fue muy encastado, y Julián pudo demostrar su capacidad con él, y supo canalizar las embestidas del animal, pudiendo torearlo a placer por ambos pitones. Una estocada efectiva pusieron en sus manos las dos orejas.
Con el cuarto se le inventó la faena. Previamente había banderilleado, compartiendo el tercio con su nuevo ahijado, y con la muleta estuvo preciso y con una técnica perfecta . Supo manejar bien los aceros nuevamente, y sumó otro apéndice, que hizo que abriera su duodécima Puerta de los Cónsules, por la que debió acompañarle Rufo, de no haber sido por el presidente: el toledano hizo una extraordinaria faena al tercero de la tarde, otro toro importante de la ganadería madrileña, y al que Tomás supo cuajar desde el inicio hasta el final, toreando a cámara lenta, saboreando cada embestidas del toro. Refrendó la obra con un estoconazo de libro, por lo que la plaza entera pidió el rabo, aunque sólo dos pañuelos asomaron del palco presidencial.
Cerraba el cartel Solat Clamet ‘Solalito’, nuevo matador de toros desde hoy, y último ahijado de El Juli. Toreó con buen gusto al toro de la alternativa, un toro de Victoriano con calidad en sus embestidas, en el que dio una vuelta al ruedo; y cortó una oreja al manejable sexto.