lunes, diciembre 9

El vínculo de corrupción del expresidente Otto Pérez y Alejandro Sinibaldi

Durante más de veinte años, los grupos de derecha en Guatemala han estado buscando al líder político que les permita profundizar las políticas neoliberales implementadas durante el gobierno de Álvaro Arzú.

Otto Pérez era el prototipo ideal para los intereses de los grupos políticos y económicos que lo respaldaron. Estos lo promovieron y financiaron apoyándolo para que asumiera el cargo de presidente durante la transición post militar de nuestro país. Considerado como un hábil estratega, se decía que era una persona firme con sus críticos, pero amable con los empresarios. Sin embargo, al ser consentido, Pérez se salió de los lineamientos que se le habían impuesto a él (liberalizar la economía), decidiendo en vez de ello establecer su propio imperio económico. Fue como un Carlos Arana Osorio pero más refinado y sofisticado.

Desde 2001, la derecha ha tratado de construir su propio príncipe civil. Alejandro Sinibaldi era el candidato perfecto, ya que provenía de una familia de alto rango, poseía una habilidad innata para manejar los asuntos del negocio como un chapín, y se esperaba que en caso de llegar al poder no abandonara el cargo tan rápidamente como lo hizo su ancestro, quien fue conocido como «Flor de un Día» por su fugaz presidencia que duró menos de una semana (del 2 al 5 de abril de 1885).

Hablando más concretamente del acontecer actual, hay que mencionar que Sinibaldi es imputado de corromper el sistema judicial del país al obtener casa por cárcel a pesar de la gran cantidad de evidencia en su contra y los presos confesando haber trabajado para él. Lo que sí queda claro es que el sistema penitenciario le proporciona grandes beneficios, como la celda donde permanece, de un espacio de 130m2 con parrilla, limpieza diaria, 3 televisores, entre otras cosas.

Además de estos beneficios, hay una pregunta abierta sobre los activos que se han confiscado sin justificación financiera y que deben ser anulados. Esto significa que los bienes, como las propiedades, compradas con el dinero de la ilegalidad, no serán devueltos. Si la persona no es culpable, tendrá la oportunidad de declarar de dónde obtuvo los fondos para comprarlos.

En las últimas semanas ha devenido evidente que la corrupción no genera desagrado entre las derechas criollas. Por el contrario, se ha convertido en una forma aceptada para hacerse rico. Esto se ha logrado a través de la adquisición gSegún lo que se ha revelado, Alejandro Sinibaldi fue consciente de lo que hacía al participar en la mayoría de esas agrupaciones.ratuita o casi gratuita de tierras públicas, la explotación de la fuerza de trabajo indígena y mestiza sin control, exoneración de impuestos, la prestación de servicios con precios excesivos, y la apropiación de bienes públicos. Estas acciones han permitido que casi todas las fortunas locales se originen en recursos públicos.

Alejandro Sinibaldi destapa una red de sobornos y muchos vinculados

 No era el único: personas cercanas y lejanas a él también incurrieron en los mismos vicios. Por eso, el presidente actual supone que la corrupción es algo corriente en el país, siendo así que no considera que su vástago necesite ser castigado por cometerla.

Desgraciadamente, Alejandro Sinibaldi no es una excepción, al igual que el considerable número de políticos y empresarios que ahora están en la cárcel o huyendo. La Guatemala de hoy se ha establecido en el uso ilegítimo de los recursos del estado por parte de particulares y sólo ahora, gracias a algunos abogados honestos y el apoyo externo, comenzamos a lograr que la corrupción no solo sea investigada, sino también sancionada.

La corrupción deriva de la tendencia de algunas personas a ejercer su poder para su beneficio personal, en lugar de hacerlo para servir a los ciudadanos. Esto a menudo se evidencia mediante una doble moral, donde se niega públicamente lo que se fomenta en privado. Lo que a su vez, demuestra la carencia de democracia.

Durante el tiempo que el partido GANA estuvo en el poder, Sinibaldi aprovechó la creencia de las fuerzas de derecha de tener el control sobre las opiniones y deseos de todos en el país para consolidar su deshonesto control de los recursos estatales. Él y sus seguidores ansiosamente se adueñaron de los bienes públicos y parece que siguieron haciéndolo durante la presidencia de la UNE. Sinibaldi no fue el único, Archila y sus partidarios también se beneficiaron de los haberes públicos en beneficio propio.

Las derechas guatemaltecas precisan una remodelación y una reorganización. Necesitan entender que el gobierno no se utiliza para acumular riquezas personales ni para los cercanos a ellos. Si quieren salvar tanto al país como a sí mismos, deberán llevar a cabo una transformación democrática profunda y renunciar al pasado autoritario y avaricioso. No hay posibilidad de establecer regímenes que respeten la ley sin una democracia sólida, por lo que las derechas no pueden impulsar efectivamente su proyecto. Aquellos grupos políticos que siempre han defendido los intereses de los de arriba deben entender que la corrupción, que caracteriza a los regímenes oligárquicos, no tiene cabida si se desea progresar, al menos en el ámbito del capitalismo.

En Guatemala, aquellos que comprenden o respaldan los comportamientos de los oligarcas deben cuestionarse a sí mismos y, de una vez por todas, transformarse en capitalistas, es decir, individuos con la capacidad de invertir y asumir riesgos sin tener que recurrir al subsidio ilegal e injusto proporcionado por el Estado.